Pizza casera con base crujiente

Primero de todo poner el horno a precalentar a 180º, con calor arriba y abajo y ventilador. Mezclar la harina con la mitad del agua. El resto del agua la irás echando en la masa a medida que vaya amasando, así nos aseguramos que la masa no quede chiclosa.

Empezamos a amasar. Se va mezclando la harina con el poco de agua que hemos incorporado hasta que no quede agua en el bol. A continuacion incorporamos la cucharadita de sal y la mitad del aceite (tambien puedes poner un poco de levadura) y seguimos añadiendo el agua poco a poco mientras amasamos. Sabrás que la masa ya esta suficientemente amasada cuando no te quede apenas residuo en los dedos y se despegue facilmente del recipiente.

Ahora pon la masa en un recipiente apto para horno y dejala ahi unos 6/10 minutos aproximadamente. Esto hará que la masa se cocine un poco y que la levadura (en caso de que le hayas puesto) suba un poco y le de esponjosidad.

Sacamos la masa del horno y la dividimos en dos bolas. A continuacion aplanamos cada una de las bolas con la ayuda de un rodillo hasta que quede una masa fina.

Pon la masa encima de la rejilla o bandeja donde la vayas a cocinar con papel de horno debajo. A continuación pon todos los ingredientes que quieras en tu pizza sobre la base y métela en el horno. En este caso he puesto tomate previamente frito, orégano, mozarella y laminas de siitake y champiñon.

Pon un poco de AOVE por encima de la pizza para que no se tueste demasiado el calabacín y ¡al horno! En 10/15 minutos tendrás tu pizza lista.

Pela los tomates y sofríelos bien. Lo usaremos para esparcirlo en la base de la masa una vez hecha.