Falafel al horno

Lo primero, aclarar que las cantidades son orientativas. Todos los ingredientes se pueden modificar al gusto. En mi caso, no me va el ajo y pongo un cuarto de diente. Recomiendo encarecidamente que pongáis perejil fresco, pero para la otra hierba aromática, la menta se puede sustituir también por cilantro (original) o albahaca. Es una receta que da muchas posibilidades para adaptarla a tu paladar.

Sacar los garbanzos del bote y limpiarlos con agua hasta que se le vaya la espuma. Picamos juntos los garbanzos, cebolla, ajo, perejil y menta.

Una vez que lo tenemos como una pasta densa, añadimos el comino y lo salpimentamos. Añadimos también la cucharadita de levadura (también se puede sustituir por bicarbonato). Lo picamos un poco más hasta que quede homogéneo.

Dejamos reposar en la nevera durante 30 minutos para que la levadura crezca y los haga más esponjosos.

Sacar de la nevera. En este punto, si como yo, has utilizado garbanzos de bote, comprueba que la masa no está muy húmeda. Si lo está, añade pan rallado hasta conseguir una buena textura. Personalmente, aconsejo dejar un poco húmeda la masa; con el horno se pueden resecar los falafels.

Precalentar el horno a 200°

Dividir la masa y darles forma con la mano. Si quieres congelarlos, es el momento. Meter en un tupper con papel de horno separando las capas. Si no, poner en una bandeja sobre papel de horno.

Meter en el horno durante 20 minutos a 200 grados. A mitad de ese tiempo, darle la vuelta. El aspecto debería quedar ligeramente agrietado y con el exterior un poco tostado. No debería pegarse a la bandeja a no ser que se haya quedado la masa demasiado húmeda.

Servir. Aconsejo con salsa de yogur, que se hace en un momento mientras tienes los falafels en el horno. Combina yogur griego, el zumo de medio limón, ajo, menta fresca, 2 cucharadas de AOVE y sal y pimienta.